Prueba en Ruta Royal Enfield Interceptor 650

El planteamiento de esta prueba en ruta es económico, de moto y de consumo. Recorrer 100 kilómetros como mínimo con… 5€. Perpetramos una ruta de 500 kms de ida y otros tantos de vuelta. Paisajes escogidos y localidades curiosas salpican el trayecto que discurre entre Sad Hill Cemetery y la pirámide del Escudo. 

Estos dos puntos son de origen italiano, uno por el cine y el otro por los legionarios de Mussolini. Y ambos, cementerios militares. Uno cinematográfico y el otro bélico.

La Royal Enfield nos la entregan en Heros66 (Madrid), a través de Royal Enfield España. El nuevo concesionario de la marca Hindú es una maravilla, recomendamos su visita.

Tras 160 kms de autopista, el deseo de abandonarla crece a cada vuelta de rueda. Pero las grandes urbes requieren de mazo de kilómetros para salir de la sombra de sus torres. 

El desvío lo tomamos pasado Aranda de Duero (zona de cordero lechal). La BU-910 se abre para nosotros en Sinovas. La primera parada es en Caleruega, monumental localidad burgalesa que vio nacer a Santo Domingo de Guzmán, que da nombre a la capital de la República Dominicana y a la orden de los dominicos. El conjunto monumental de Sto. Domingo requiere tiempo para visitarlo, pero estoy en otra misión. 

La BU-910 discurre sosegada por las llanuras castellanas, al cobijo de viejas lomas domadas por el hombre y horadadas para alojar en sus cuevas bodegas de vino, de impronta artesanal. No estoy para vinos y me tira el asfalto en dirección norte. Cruzo el río Esgueva, alguna vía romana, y atravieso campos y campos de cereal, destinado a la noble elaboración del pan castellano y otros productos exquisitos.

Casi sin quererlo -estoy disfrutando el viaje por la poco transitada vía-, alcanzo el Desfiladero de Yecla, en plena Peñas de Cervera. Estamos en el Espacio Natural de la Yecla y los Sabinares del Arlanza. Tampoco estoy para paradas, así lo memorizo para contarlo ahora. Es un estrecho rocoso trepanado por el Arroyo Del Cauce, que se puede visitar caminando sus dos kilómetros de pasarela.

Ya se anuncia la llegada de Santo Domingo de Silos. Otro beato con nombre de día festivo. Su origen es muy diferente.Desde un cenobio visigodo, el monje Domingo creó el monasterio que destaca en los destinos turísticos de esta localidad. Me interesa más sendero hacia Sad Hill Cemetery. No hay indicaciones y doy alguna vuelta extra. En el camino de las Canteras veo una pista que sube. Es tierra suelta, pero la Interceptor se agarra bien. Tras la loma se abre una vereda ancha, polvorienta y pedregosa, prácticamente plana, hasta casi el final. Pasas un recodo y vislumbras la grandeza de un valle, y en el centro, el Sad Hill Cemetery. Desde arriba se ve bien su disposición circular.

A punto de arrancar la Royal, un paisano se interesa por la montura. Le gusta. “No tienes miedo”, me pregunta. “Nunca, man”. Creo que lo decía por lo inclinado de la bajada hasta las instalaciones cinematográficas recuperadas. ¡Llegué! Pero no soy el único, está lleno de “muñecos” como les llamo, los que me joden las fotos con sus colores llamativos y ligera ropa. 

Desenfundo y disparo, pero no como El Rubio (Clint Eastwood), Sentencia (Lee Van Cleef) o el feo (Eli Wallach), alias “Tuco”. Es la Canon de bolsillo que me acompaña e ilustra esta ruta. En mi cabeza suena “El Trío” de Ennio Morricone, a pesar de los gritos de los muñecos. Me están jodiendo el rato. Disparo rápido y pillo la Royal Enfield; lo mío es la soledad de la carretera.

Sad Hill Cemetery, el ficticio cementerio militar donde transcurren las escenas finales del film El bueno, el feo y el malo, y la secuencia más recordada. “20 minutos sublimes, referencia palpable en muchas películas posteriores, de los que no sobra ni un plano, ni un segundo.” según la Asociación Cultural Sad Hill. Son los responsables de la recuperación de las 5.000 tumbas. Existe, también, una escultura en bajorrelieve de Sergio Leone.

Salas de los Infantes es mi siguiente destino inmediato; ya llevo 200 kms recorridos con la Royal Enfield Interceptor 650 y 10 € gastados. Pillo la BU-825. La Sierra de la Demanda es un paraíso para el motorista. El asfalto es decente.El trazado, lleno de curvas y el paisaje insuperable. No hay muchas poblaciones y voy entretenido con la 650, a mi bola y disfrutando. El indicador de gasolina es irregular. De repente está lleno, baja el indicador, se mantiene mucho rato y salta el aviso de reserva. Con la emoción, se me olvida repostar en Salas de los Infantes. Es un majestuoso municipio​ (Burgos), y es la capital de la comarca de La Demanda. Y donde está la gasolinera. Me doy cuenta demasiado tarde, así que decido ir tranquilo, sin prisas y sin alto consumo. En Pineda de la Sierra paro a comer algo y tomar un botijo. Al lado hay un hombre que parece simpático. Le pregunto por la gasolinera y me dice que no hay. Pero que le dé 10 minutos y trae una garrafa con “caldo”. Le invito al vermut que se está apretando y al rato aparece con su Renault Laguna, el contenedor de líquidos y un embudo. Se llama Jesús y es el Teniente Alcalde de Pineda. Le doy las gracias y charlamos un rato. Elogio su pueblo y su hospitalidad. No me dejó pagarle.

Sigo disfrutando con la Royal Enfield, recorriendo la rivera del embalse de Arlanzón y del embalse de Úzquiza. Son los que abastecen a la ciudad de Burgos, donde me dirijo a repostar. Un rato de autopista por la A-73 me adormece, hasta que toca elegir, o por Reinosa (N-627) o por el Páramo de Masa (N-623). Prefiero esta última, hace años que no la recorro en moto. El río Rudrón es mi único compañero de curvas y a partir de Tubilla del Agua son muchas, y en un paraje de primera categoría. El Ebro absorbe afluentes y toma el relevo en la ruta hasta Quintanilla-Escalada, donde lo cruzo, y una rampa pronunciada nos eleva hacia las cumbres de los riscos de las hoces. No conforme con mi gozoso planteamiento decido visitar uno de los pueblos más bonitos de España: Orbaneja del Castillo (visita la Cueva del Agua, man). Su paisaje kárstico ha sido modelado por el H2O, y se aprecia sin bajarse de la moto. 

En las cascadas saco la cámara para inmortalizar el momento y un amable motorista me la arrebata  para disparar él mismo las fotos a piloto e Interceptor. Charlamos un rato, es de un grupo de bikers de Miranda de Ebro. Envío saludos a mi colega Ricky y les doy unas pegatas de ChopperON. Antes de irme, me recomiendan la ruta por la que llegaron. Antes de Villaescusa de Ebro ya estoy en Cantabria, siguiendo el importante río del Delta. Voy por la CA-275  que conduce a Polientes. En Ruerrero, giro derecha, tal como me dijeron. Aparezco de nuevo en la N-623, poco antes del Puerto del Escudo, y en Castilla y León. Cabañas de Virtus me trae viejos recuerdos de trajes de agua, botellines y sobaos pasiegos. Queda poco para el final determinado en el relato, en la misma N-623. 

El Puerto montañoso del Escudo ostenta 1.011 metros de altitud en pleno valle de Luena. Presume de fuertes rampas (vertiente cántabra), de hasta del 15 %. Dado su valor estratégico ha sido un lugar de luchas y rivalidades. En su cumbre existe una gran pirámide escalonada que alojó -en osarios- los cuerpos de los legionarios italianos muertos en la gran guerra fratricida española. 

Aquí remato el relato de la ruta, que continuamos la Royal Enfield -y yo- hacia el valle del Pas, en dirección a Suances. Con la moto aparcada y una ducha, siguió una noche digna del encuentro de viejos amigos que me esperaban, hasta bien entrada la madrugada. 

@nacho.mahou

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