Triumph Bonneville T100 Bud Ekins

Especialista de la pista

Una de las novedades de Triumph Motorcycles que más nos gusta es la Bonneville T100 Bud Ekins. En ella destacamos tres historias: la del modelo Bonneville, la del empresario, motorista y especialista Bud Ekins y la de Hollywood en los años 50 y 60.

Prueba en video Triumph Bonneville T100 Bud Ekins

Bonneville T100 Bud Ekins

Con este modelo la fábrica de Hinckley propone un retorno al pasado con una actualización de su mecánica y rendimiento. Son dos hermanas, la citada T100 y la T120. Ambas están decoradas en bicolor, invirtiendo de posición los pigmentos en cada una de ellas.

La que nos atañe cuesta 11.200 €. Un precio adecuado al producto que te entregan. 

Aspecto Bonneville T100

Lleva un tono rojo dominante en el guardabarros delantero y en la parte inferior del tanque de combustible. El lomo del depósito de gasolina es gris azulado pálido, casi blanco, y una línea (strip) que parece pintada artesanalmente. El guardabarros trasero es negro, al igual que las tapas laterales. El asiento, del mismo tono, refuerza su forma con una línea blanca cosida. El logo neo retro aparece en casi todas las superficies posibles de la unidad: tanque, tapas laterales y guardabarros. Otros logos corporativos se aprecian en las tapas del motor, sujección del manillar… dejan claro que estás sobre una Triumph. Hemos contado hasta 20 anagramas.

El resto de superficies de la Bonny son en color metálico satinado y cromado (escapes y manillar). 

Los espejos retrovisores son negros y están situados en el extremo de los pálidos puños. Puedes cambiarlos de lugar y orientarlos hacia arriba o hacia abajo, según te convenga. Debajo de la tapa de la derecha hay una herramienta ex profeso para la maniobra. Volviendo a los puños, sorprende su color blanquecino, de buen agarre y delicada textura diamantina. Otro buen detalle son los fuelles de goma sobre la parte más delicada de las barras de amortiguación delantera. Las piñas de control son estilizadas, de fácil manejo. Destaca un botón para cambiar los diferentes modos del discreto display del odómetro izquierdo. Junto con el derecho, completan la información para el piloto: velocidad y revoluciones por minuto. Clásicos, redondos,azabaches. Sobre un soporte de metal pulido con el anagrama de la T de Triumph y la Union Jack.

El logo conmemorativo rememora la historia de la marca con una imagen del globo terráqueo, dentro de dos alas, con en nombre de la marca Británica. En la parte superior figura el nombre del homenajeado -Bud Ekins- y abajo, la leyenda Sherman Oaks California, localidad de Hollywood norte donde abrió el concesionario de Triumph el bueno de Ekins.

Con cada venta de este modelo -sea T100 o T120- se incluye un certificado de autenticidad y la historia de Bud. Incluso Nick Bloor, CEO de Triumph y las dos hijas de Bud Ekins, Susan Ekins y Donna Ekins rubrican el documento.  

Funcionamento T100 Bud Ekins

Su motor es un bicilíndrico paralelo de 8 válvulas y 900 cc, potencia 55 CV a 80 NM. Entrega de potencia elástica y directa desde los primeros compases de revoluciones. Además el motor es limitable a 35 kw para usuarios del carnet A2 (con kit). Es la primera Bonnie que pruebo con refrigeración líquida, lo que le aporta un mejor funcionamiento del propulsor.El radiador es discreto, no “canta” mucho en el conjunto. Se consigue un 29% menos de consumo de combustible, lo que es muy bueno para el bolsillo y las paradas en estaciones de servicio. Dispones de 14,5 litros en el tanque. La marca indica un consumo de 3,8 l / 100 km.

El sistema de escape es 2 en 2 con los colectores y escapes “lanzaguisantes” cromados.

Su conducción es suave; te lo pone fácil, amigo piloto. Su gran torque lo notas desde que arrancas, percibes el poder del bicilíndrico gemelo en paralelo. Tras engranar la primera, las demás van fluyendo hasta la larga 5a. El corte de encendido ni lo hemos probado, ni nos interesa. La legal velocidad de 120 km/h es óptima para rodar; a partir de 140 el viento frontal obliga a agacharse. ¿Y para qué? Pilla una Ninja o yo qué sé.

¿Frenada? Muy noble y contundente. Sin miedo, notas que la moto se para. Si no, entran los ABS. El control de tracción evita otros sustos, aunque puedes desconectarlo con el botón “i” del puño izquierdo. 

Freno frontal: disco simple de 310 mm, pinza flotante Nissin de dos pistones y ABS.

Freno trasero: igual pero con el disco de 255 mm. 

El asiento es mullido, cómodo, amplio en sus dos ubicaciones. Los posapies de goma (idénticos, los de delante y los traseros) son suficientes, cómodos y atractivos a la vista. Con logo incluido, “of course”.

Los grisáceos puños se agarran con presteza y con los recios retrovisores ves bien si te adelanta el de la Ninja. Los espejos se pueden intercambiar entre sí, para ubicarlos en una posición hacia abajo, con un toque más “racing” o retro o vintage o extrovertido. La postura natural del piloto concuerda con los retrovisores en alto. 

Las llantas, “clasicazas”. 32 radios en ambas, 18 x 2.75’’ delante y 17 x 4.25’’ detrás. Las gomas miden 100 / 90-18 y 150/70 R17, desde la frontal.

El refuerzo del guardabarros delantero aporta elegancia.

La amortiguación es más que suficiente en ambos extremos, siendo la trasera de largo recorrido.

Electrónica Bonneville T100

No es una moto que rebose electrónica, pero repasando esto observamos luz de LED en la parte trasera y los intermitentes. Incorpora una toma de carga USB que está ubicada debajo del asiento. Control de tracción conmutable, por si sales a la pista, emulando al gran Ekins.

Relojes analógico llenos de funciones dentro del menú digital que, como hemos mencionado, se maneja con el botón “i” de la izquierda. Dispone de:

–  Marcha engranada

– Configuración, lluvia o carretera

– Nivel de combustible y promedio

– Control de tracción

– Hora

– Trip parciales y total

Bud Ekins

Aquí aparece el protagonista de nuestra historia, el elemento humano. Y pedazo de elemento, con la edad legal para rodar en moto ya tenía experiencia de experto (valga el pleonasmo). Las colinas de Hollywood se las conocía como la palma de sus guantes. La moto de campo estaba en pleno auge en SoCal (California sur) y de chavalín ya estaba reconocido en el “establishment” polvoriento.

Un concesionario de Triumph en el Estado del Sol le proporcionó una TR5 Trophy con la que empezó a ganar pruebas. En el calendario lucían los primeros años 50 y se anotaban en sus casillas triunfos de Triumph (valga el segundo pleonasmo) y éxitos de Ekins a la par. Resistencia, velocidad y ligereza eran unas cualidades comunes de marca y piloto.

Ekins y Triumph se unen aún más y llegó a alcanzar el reconocimiento como mejor piloto de off-road de EE.UU. Ya estamos a mediados de la década de los 50. El sometimiento de Triumph era claramente superior en las competiciones locales.

Como empresario también destacó, pues inauguró un concesionario de la marca británica  en North Hollywood y sus vecinos del barrio se hicieron afines a la marca. Paul Newman, Clint Eastwood, Steve McQueen…

La amistad con este último creció, involucrándose ambos en sus mundos compartidos.

En los International Six Days Trial (Seis Días Internacionales de Trial) Ekins consiguió cuatro medallas de oro del ISDT en siete años de participación. El Rey del Cool participó también en las “Olimpiadas del off road” en 1964, dentro de la estructura deportiva de su amigo del alma y de casco. Eso sí, de forma soterrada, McQueen era ya una eminencia mediática. 

La mejor persecución de motos de la historia del cine

O más conocida como La Gran Evasión. Puede considerarse como el momento clímax de la relación entre los dos compadres “hollywoodienses”. 

El capitán Virgil Hilts no solo fue interpretado por Steve McQueen, sino que Ekins lo representó -en la ficción- en la escena más recordada por todos. El salto de la alambrada en las praderas pre-alpinas.

No estaba en el guión la persecución, se improvisó por McQueen, incluso impuso que se rodase (en el amplio sentido del verbo) con su favorita Triumph TR6 Trophy. Claro que la aseguradora cinematográfica pataleó para que su estrella no acabase estrellado (y valga el pleonasmo) y se prestó Bud Ekins a ponerse los pantalones kaki y la camiseta azulada para simular ser el piloto estadounidense de aviación fugado del infame Stalag Luft III. 

Así que fueron dos actores (uno especialista) los que firman el, posiblemente, salto más famoso de la historia de la motocicleta en la película de la Segunda Guerra Mundial, The Great Escape. Aunque no sabíamos que el III Reich usase motos inglesas para sus tropas motorizadas (es cine y se comprende). Je, je.

Ekins alternaba su labor como empresario y la competición fuera de asfalto con la nueva profesión de especialista de cine, en escena de motor. Un hombre completo, fiel a los suyos y a su queridisima Triumph Motorcycles.

Galeria fotos Triumph Bonneville T100 Bud Ekins

@nacho.mahou

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